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Mujer, ejemplo evangelizador en la familia

El tema para el Día Internacional de la Mujer, que se celebra cada 8 de Marzo es, “Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030”. Con este tema sugerido por la ONU es fácil darse cuenta sobre los problemas y la perspectiva de la condición de la mujer en nuestro tiempo; estamos en la era de la igualdad, pero no una igualdad de dignidad, sino una igualdad de derechos, una igualdad que nos hace competir duramente con el sexo opuesto en cuestión de ganancia y no de donación.

Ayer, mientras esperaba a mis hijos salir de sus clases de natación, escuchaba una conversación entre dos mujeres que estaban un tanto cerca de mí. Sus edades calculo entre 30 y 40 años con vivencias muy diferentes (imagino por sus trajes: formal y deportivo)  pero las dos, madres de hijos aún pequeños.

La conversación transcurría entre “el poco tiempo que tiene cada una para dedicarse a sus hijos por las múltiples ocupaciones”,  una de ellas comentaba “ya vez lo que dicen: es mejor darles calidad que cantidad”, la otra hablaba de su dedicación a tiempo completo con sus hijos, pero aun así con múltiples ocupaciones personales  que le limitaban la convivencia plena. Las dos se veían insatisfechas con sus roles, ya sea por la ardua carga laboral  o por el “tiempo libre” pero con incesante actividad.

El mundo hoy, necesita  de una mujer que aporte al núcleo familiar y a la sociedad la riqueza de su sensibilidad, intuición, generosidad y constancia, sin desperdiciar los dones que ha recibido por el hecho mismo de ser mujer. Con estos dones está llamada a enriquecer al mundo y a contribuir activamente con verdaderas  relaciones humanas. La mujer que se realiza en plenitud  no es porque se ha dedicado a obtener grandes éxitos personales y profesionales  dejando de lado su familia, tampoco es aquella que se ha quedado en casa de una forma cómoda, egoísta e insatisfecha, y tampoco es aquella que buscando hacer todo junto, cae en el perfeccionismo faltante de caridad.

La mujer que se realiza en plenitud es aquella que se pone en marcha y buscando un Modelo,  se conduce hacia él, se dirige  por caminos que  son sendas que se abren  y se vuelven a cerrar  después del paso, así,  va transformando continuamente  su actuar, el de su familia y el de una sociedad que aprende de sus interacciones.

La mujer que se realiza en plenitud se encuentra con Cristo como Modelo y puede formar una conciencia propia abandonando las ideologías, las modas, los géneros y desde su vivencia o encuentro personal dará frutos en la formación de sus hijos y será un apoyo prospectivo para la sociedad, sembrando hoy para cosechar mañana.

El prototipo para una mujer será siempre “María” Madre de la ternura, de la obediencia y de la prontitud para servir (S.S. Francisco 2014), en ella y el remarque de su vida encontraremos las herramientas necesarias para contender en un mundo que anhela mujeres de verdad.

No es simple entender el rol de una  mujer en un mundo globalizado, alienante y competitivo de género, hay que contemplar la simplicidad y desde ahí vivir con rigor la energía del Amor, sabiendo que este es ajeno a la confusión, ambigüedad, miedo, rencor, competencia y es sinónimo de decisión, constancia y entrega.

La sociedad  necesita el verdadero aporte de la mujer para progresar moralmente.

Autor:Amapola Matute P. - Docente Investigador - Miembro Equipo Interdisciplinar ILFAM