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Convivencia entre padres e hijos jóvenes en tiempos de cuarentena

Una sana convivencia, necesaria en todo tiempo y aún más durante el confinamiento en casa, será posible en un ambiente de respeto, organización y colaboración. La relación con los hijos hace posible este proceso si consideramos las etapas de su desarrollo. El presente artículo intenta promover un espacio de reflexión para que la convivencia entre padres e hijos jóvenes sea armónica en tiempo de cuarentena.

Algunos científicos del desarrollo han denominado como “adultez emergente” a la etapa comprendida entre los 19 a 29 años, cuando los jóvenes ya no son adolescentes pero todavía no se han asentado en su rol de adultos. En este período pueden existir desacuerdos entre lo que los padres esperan para esta etapa evolutiva y lo que los chicos esperan de sí mismos.

Los jóvenes viven este período como una experimentación antes de asumir los roles, funciones y responsabilidades adultas. Mucho depende del desarrollo del yo, una combinación de la capacidad de entenderse y entender al mundo, de integrar y sintetizar lo que perciben y saben para planear el curso de la propia vida. La familia y las relaciones familiares influyen en este proceso y en la capacidad de aprender a valerse por sí mismos. El desarrollo de la identidad influye en el establecimiento de sus relaciones interpersonales y su desempeño.

Según afirma Erickson (2000), en esta etapa existe una moratoria en el desarrollo, un tiempo de espera sin las presiones que tuvieron en la adolescencia y con libertad para experimentar diversos papeles y estilos de vida hasta que se cristalicen gradualmente los compromisos del papel de adulto y la búsqueda activa de la identidad. 

Dialogar con los jóvenes ayudará en este proceso de aceptación y adaptación. Los padres siguen siendo referentes en su desarrollo y sus modelos y por eso es importante preguntarnos qué les estamos transmitiendo. Si como padres afrontamos el problema con asertividad, con cierta preocupación, pero con calma, optimismo y capacidad de adaptación, la influencia sobre su desarrollo emocional será positiva. Esto no significa ocultar nuestras emociones sino expresarlas de manera ecuánime buscando el equilibrio que permite que ellos vean que sí se puede sentir frustración, molestia, cansancio o tristezas porque a nosotros también nos pasa. La diferencia está en la forma de manejar esa frustración para buscar estrategias de solución siendo resilientes.

Es importante que los jóvenes sepan que tienen derecho a sentirse frustrados y que los padres los comprendemos. Debemos facilitar ese espacio de expresión emocional para que lo hagan con libertad: conversar con ellos desde nuestros sentimientos y emociones como padres permite abrir la posibilidad de mejorar la comunicación.

Frente a esta pandemia, algunos jóvenes pueden enfrentar el cambio de forma positiva y otros no. Esto depende de su madurez. Ponerse en el lugar de los otros les enseñará a ser empáticos con la realidad y comprenderla mejor. Comprender la situación desde la perspectiva del “cuidado del otro” permite dar sentido a lo que estamos haciendo, cuidar de la familia, los abuelos, tíos, preocuparse por la comunidad, por su ciudad y país es importante.

Cada uno tendrá que encontrar un sentido mayor. Esta es una forma de aceptar activamente la situación. Las redes sociales ayudan a vincularnos con el entorno afectivo de la familia y amigos. Pequeños y grandes detalles, gestos de cuidado y demostraciones de afecto hacen que una convivencia sea armónica.  

Es posible que se generen conflictos entre los miembros de la familia. Lograr la colaboración es una de las estrategias a las que se puede recurrir para subsanarlos. La negociación facilita establecer acuerdos que impliquen la opinión de los hijos, en especial de los hijos jóvenes, para que puedan exponer sus puntos de vista pues valoran mucho ser tomados en cuenta y tienen mucho que aportar.

Negociar no es convencerles de que hagan lo que nosotros queremos. Es llegar a acuerdos y con ello estar dispuestos a perder algo, también nosotros, procurando que sea un “ganar-ganar”.  La idea es llegar al punto donde quede claro que ninguno de los dos (padres e hijos) ha obtenido lo que esperaba inicialmente y que ambos han tenido que flexibilizar posturas para llegar a un trato. 

Lograr la colaboración y negociar con los jóvenes es posible gracias a las características de la cognición adulta en la edad emergente, la cual determina el pensamiento reflexivo post formal que involucra intuición y emoción, que combina la lógica con la emoción y la experiencia práctica en la solución de problemas. La inteligencia emocional es uno de los aspectos relevantes dentro de este contexto pues facilita estos procesos de negociación con los hijos. Brindar opciones para la toma de decisiones, proponer soluciones y analizar las posibilidades aseguran una buena negociación.

La familia es donde se imprimen los valores espirituales, éticos, sociales y afectivos ya que la relación de pareja y de padres e hijos dan identidad a cada familia. Pasar la cuarentena junto a los jóvenes podría representar una oportunidad para que los padres se relacionen más con sus hijos, los conozcan y fortalezcan los lazos afectivos.

Que esta experiencia de vida constituya para la familia una oportunidad de crecimiento personal pero, sobre todo, espiritual para todos sus miembros.

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Referencias:

  • Papalia, D. & Martorell, G. (2017). Desarrollo Humano. (13° ed.) México: Mcgraw-Hill.
  • Erikson, Erik. (2000). El ciclo vital completado. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica. 

Autor:Mgtr. Fabiola Ludeña Jaramillo - Docente del Departamento de Psicología - UTPL