Vitamina 9 "Amoris Laetitia" - Acogiendo el milagro de la vida con alegría

Autor: Francisco Vivanco Ríos - Coordinador del Área de Sicoética el Mié, 06/04/2022 - 11:11

Capítulo cinco: Acogiendo el milagro de la vida con alegría

El amor en la espera propia del embarazo

(168)…“La madre acompaña a Dios para que se produzca el milagro de la vida...”

La mujer es instrumento del don más grande que Dios ofrece a la humanidad, la vida; pero no solamente la vida de un nuevo ser humano, sino también la vida de madre, que implica experimentar lo que podría ser la más pura y tierna experiencia de amor humano. Pero esta experiencia, no puede vivirse a plenitud si se tratase de entender como un simple hecho biológico o circunstancial; por eso, el Papa Francisco menciona que hay que mirarlo con esos ojos del Padre, que mira más allá de toda apariencia.

El embarazo es el medio por el cual se cumplen los planes de Dios, quien aún antes de nacer ya nos conoce en plenitud y nos otorga una identidad: “Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré”, es por ello que la madre debe confiar y pedir luz a Dios, para poder conocer a profundidad a su propio hijo y esperarlo tal cual es.

Francisco también destaca la labor de los padres, a quienes invita a soñar y a entregar su hijo a Jesús aún antes de su nacimiento, y a esperarlo de corazón; esto implica sobreponerse incluso a sus propias limitaciones, lo cual amerita ser conscientes de la nueva vida, sin importar si esta “servirá” o no; si sus características nos agradan o no; o si este responde a los proyectos personales.

Los hijos son un don que se ama sólo por el hecho de ser hijos y no porque piensen como nosotros o se enmarquen en nuestros deseos; este don de vida encarnado se fortalece en la vivencia y en el amor incondicional que dan los padres a sus hijos, al igual que Dios nos ama incondicionalmente.

Finalmente, Amoris Laetitia exhorta a las embarazadas, a cuidar su alegría, que nada quite su gozo interior, para amar incondicionalmente a sus hijos, siendo instrumentos del amor de Dios, así como él las amó aún antes del momento de su nacimiento.

Reflexionemos:

  • ¿Qué tan consciente soy del don de la vida que Dios me ha dado?
  • ¿Cómo puedo ser instrumento de los planes de Dios?