Vitamina 7 "Amoris Laetitia" - El amor que se vuelve fecundo

Autor: Silvana Esperanza Erazo Bustamante Docente Investigadora UTPL el Mié, 06/04/2022 - 10:42

Capítulo cinco: Ser hermanos

Los hermanos: una relación fraterna insustituible

La familia es un regalo maravilloso, que Dios nos da a todos sus hijos, pues ese vínculo que se crea entre los miembros del grupo familiar es fuerte, como una roca y nos hace capaces de superar cualquier obstáculo o dificultad para protegerla, eso da cuenta del gran amor que hay y se vuelve fecundo entre los miembros del núcleo familiar.

En este sentido, los hermanos ocupan un sitio fundamental en la construcción de una familia sólida y la unión fraterna, dado que el hermano llega a ser ese amigo incondicional que está pendiente de las cosas, necesidades, alegrías y penas de su hermano. El vínculo consanguíneo une a los hermanos de una manera extraordinaria; aunque muchas veces se disgusten o discutan, ese disgusto es pasajero, el amor vence al final. Dios es el pilar fundamental en la relación fraterna para que esta jamás se destruya, pero también son un pilar relevante los padres, que educan a sus hijos con amor, respeto, valores y, sobre todo, con las enseñanzas, desde pequeños, de conocer y amar a Dios.

El Papa Francisco, en la Exhortación Apostólica Postsinodal, Amoris Laetitia, nos dice que, “el vínculo de fraternidad que se forma entre los hijos, si se da en un clima de educación abierto a los demás, es una gran escuela de libertad y de paz”, y es justamente esta responsabilidad de los padres: inculcar y profundizar el amor entre hermanos.

La relación fraterna nos une a Dios. Hebreos 13:1, nos invita a permanecer en el amor fraternal; y, la 1° Carta de Juan 4:21, nos refiere al mandamiento de Dios: “el que ama a Dios, ame también a su hermano”. El amor entre hermanos da cuenta de un corazón entregado al servicio, al bienestar del otro, mi hermano, y estos nobles y puros sentimientos son el resultado de nuestra relación con Dios.

El amor y unión entre hermanos se fortalece día a día, no solo por la influencia del lazo consanguíneo, sino por la convivencia que permite conocer a fondo al hermano y estar listo para asistirlo cuando necesite de nosotros. Proteger, cuidar y asistir a un hermano es una de las más grandes alegrías y la muestra del amor que sentimos por ellos.

Reflexionemos: 

  • ¿Amo a mi hermano hasta el punto de dar la vida por él, si fuera necesario?
  • ¿Cuál es la mejor manera de resolver los conflictos o disgustos que se pueden suscitar entre hermanos?