Amor y amistad, tesoros de la humanidad

Autor: Ana Lucía Unda Costa - Equipo ILFAM el Lun, 04/04/2022 - 15:42

Citando a Santa Teresa de Calcuta, «No podemos hacer grandes cosas, pero sí cosas pequeñas con un gran amor». ¡Qué gran verdad! Y es que el amor no exige grandezas, el amor que ponemos en cada cosa que hacemos, por insignificante que sea, constituye su grandeza, y se aplica en todos los ámbitos de nuestra vida, la pareja, la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, nuestro prójimo.

En los pequeños detalles se encuentran las máximas expresiones de amor, una escucha atenta sin prejuicios a tu hermano, una oportuna sonrisa que le cambie el día al compañero de trabajo, una visita al anciano vecino que clama tu ayuda, celebrar las cualidades y los éxitos de tus amigos, la corrección afectuosa a los hijos, una pequeña sorpresa a tu pareja, son actitudes cotidianas que nutren de amor la vida de las personas.

Nos referimos a un amor que está dispuesto a abandonar las propias necesidades, gustos y aspiraciones, y prioriza a los demás, desea el bienestar y la plenitud de los otros, un amor que supera barreras, que traspasa límites y que no tiene medida, como aquel que comparte San Pablo en su carta a los Corintios: «El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».

Muchos autores han pretendido definir al amor como un puro sentimiento, o un afecto que nos produce un cúmulo de emociones; sin embargo, y desde este espacio de familia, no queremos desvirtuar su significado, sino potenciar su maravilloso sentido.

El amor es una de las verdades más profundas y trascendentes del ser humano desde su creación, puesto que Dios, antes de crearnos, ya nos amó. Dar amor es mucho más que sentir algo por alguien, sino que abarca todo lo que estoy dispuesto a hacer por ese alguien, y no depende de cuánto amor recibo, sino de poner toda mi voluntad para hacer feliz al otro, aun cuando el otro no haya hecho lo mismo conmigo.

El 14 de febrero, se celebró en varios países del mundo el “Día del Amor y la Amistad”, y qué mejor forma de celebrarlo que agradeciendo a Dios y a la vida por estos dos grandes bienes que nos han sido concedidos, el amor, como motor que mueve a la humanidad, y la amistad, como el más valioso de los tesoros, pues un amigo verdadero nos acepta y nos respeta como somos, y al mismo tiempo nos ayuda a sacar la mejor versión de nosotros mismos.

Vamos tan a prisa con nuestras preocupaciones y pensamientos que nos cuesta fijarnos en las batallas que libran los demás. El amor es el mejor remedio para mitigar el sufrimiento, un amor que no se quede en palabras, sino en acciones concretas en favor los demás.

Es tarea de todos ayudar a construir un mundo centrado en el amor.