La familia, primer lugar donde se cultivan los valores, desde el amor y la generosidad
Autor: P. José María Sierra - Capellán UTPL el Lun, 04/04/2022 - 14:35
La familia ha constituido hasta el presente el elemento básico y nuclear de la sociedad. En todas las culturas se ha reconocido así a lo largo de los siglos, la familia tradicional (padre, madre, hijos) proporciona los elementos fundamentales para la formación y desarrollo de los niños en las edades tempranas. Es el primer lugar donde se cultivan los valores, se practican las virtudes, se aprende a superar las dificultades concretas y los problemas que surgen en la convivencia diaria y proporciona el ambiente ideal para la integración social y el crecimiento personal de cada uno. Por eso la familia desempeña un papel fundamental en la sociedad y así lo reconoce la Iglesia, dándole una importancia capital para la vivencia de la religiosidad y la transmisión de la fe.
En los últimos tiempos estamos asistiendo a un ataque frontal contra la familia tradicional, por parte de algunos movimientos sociales y políticos, admitiendo como familia cualquier combinación posible, disminuyendo el papel de los progenitores, alentando el aborto en un intento de debilitar su significado tradicional y sustituirlo por una concepción utilitarista y hedonista, en la que se diluyan los valores trascendentales que la sostienen. De esta forma se va debilitando la sociedad, se vuelve más individualista y desarraigada, con un mayor nivel de violencia y en definitiva, se hace más fácilmente manipulable.
La Iglesia Católica ha defendido desde siempre el papel de la familia en la sociedad como el lugar primordial para desarrollar la vivencia de las virtudes evangélicas y contribuir a la construcción de un mundo mejor. Ser cristiano no es seguir una bonita teoría abstracta sino encarnar vivencialmente el mensaje de Cristo en la realidad diaria; y tiene su mejor expresión en el seno familiar como espacio para compartir los dones personales de cada uno.
Esta preocupación de la Iglesia por la familia se ha visto fuertemente refrendada con la publicación de la encíclica Amoris Laetitia del Papa Francisco, de la que afirmaba recientemente: “la intención principal del Documento es comunicar, en un tiempo y una cultura profundamente cambiados, hoy es necesaria una nueva mirada a la familia por parte de la Iglesia: no basta con reiterar el valor y la importancia de la doctrina, si no nos convertimos en custodios de la belleza de la familia” (mensaje a los participantes en el congreso ‘Nuestro amor cotidiano’, 19-3-2021)
En su carta a los colosenses, San Pablo les recuerda: Sea vuestro uniforme: la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión. Sobrellevaos mutuamente, perdonándoos, como el Señor os ha perdonado. […] Hijos, obedeced a vuestros padres, que eso le gusta al Señor. Padres, no seáis posesivos, para que no se desanimen vuestros hijos (Col 3,12). ¡Y qué mejor lugar que la familia para poner en práctica estos consejos de San Pablo! En estos tiempos de pandemia estamos viendo que la familia es el lugar de refugio y cuidado, donde podemos expresar todas esas virtudes que nacen del amor y la generosidad.
El Papa Francisco ha recordado en sus catequesis los elementos sencillos pero fundamentales de la convivencia familiar: comer juntos, pedir perdón, dar las gracias, solicitar las cosas por favor, bendecir a los hijos y sobre todo orar, dedicar unos minutos al día para estar en presencia de Dios mediante una sencilla oración, teniendo como modelo a la Sagrada Familia, que se caracterizó por la santidad y el buen gusto.
Podemos concluir con esta oración que el Papa dedicó a las familias pidiendo la intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret:
Jesús, María y José,
en ustedes contemplamos
el esplendor del amor verdadero,
a ustedes nos dirigimos con fe.
Santa Familia de Nazaret
hagan de nuestras familias
lugares de comunión y cenáculos de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas Iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más en las familias
haya violencia, cerrazón y división:
que quien haya sido herido o escandalizado
conozca pronto el consuelo y la sanación.
Jesús, María y José,
escuchen, atiendan nuestra súplica. Amén.