Familia, abracemos las contrariedades del tiempo presente

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Autor: Ana Lucía Unda Costa Miembro Equipo ILFAM / Dirección General de Misiones Universitarias UTPL el Lun, 04/04/2022 - 14:31

Estoy convencida de que la convivencia diaria es una “gran prueba de amor” y lo es más en estos días en los que la pandemia nos ha llevado a mantenernos unidos cuando acostumbrábamos nuestro “aislamiento voluntario”, sin necesidad de cuarentena ¡qué curioso! En fin, este cambio de rutina forzado nos obliga a permanecer unidos y, por supuesto, ha generado dentro de las particularidades de cada familia una gran carga de estrés, de contrariedades, disgustos y tensiones, que en una convivencia normal requiere de nosotros una gran dosis de tolerancia, lo cual se convierte en un verdadero reto y oportunidad.

No hay recetas mágicas que nos ayuden a convivir en tiempos de crisis de manera armoniosa y pacífica. Quizá los psicólogos nos dan importantes pautas, pero no son suficientes, pues es necesario hablar de un ingrediente imprescindible que hoy más que nunca hace de la convivencia familiar, un verdadero espacio de respeto y de interés por el otro, el AMOR. Un amor profundo que va más allá del sentimiento y se constituye en el motor de toda relación humana, ese que mueve montañas, que acaricia, perdona y transforma.

En mi criterio, y para efectos de una vivencia práctica diaria, este amor se traduce en tres aspectos importantes o quizá en ese granito de arena que todos estemos dispuestos a dar, especialmente en este momento que vivimos:

  • Generosidad: “dar a los demás lo mejor”
  • Creatividad: “la capacidad de sorprender”
  • Esperanza: “confiar en Dios”

Los conflictos y las tensiones son parte inevitable de la convivencia, y de alguna manera, son necesarios para reaprender constantemente. Cuando damos más de lo que nos piden, pedimos perdón, aceptamos a los demás como son, o estamos dispuestos a valorar más nuestra relación que nuestra razón; hablamos de generosidad, virtud con la que enfrentamos al individualismo.

Es tiempo de ser creativos, aprovechemos esta maravillosa oportunidad que tenemos para mirarnos por dentro y volvernos a amar, a descubrirnos, para acercarnos a nuestra familia de forma cariñosa y asombrarlos con alegría, flexibilidad y tolerancia. Utilicemos esta etapa difícil, para dar rienda suelta a nuestra imaginación y comenzar a sorprender positivamente a los que están más cerca, a los que amamos, pues el amor también se traduce en creatividad.

Está la Esperanza, esa luz que irradia y que nos mantiene atentos, alertas y despiertos; un estado de fe que forma y moldea la verdadera realización personal y sobre todo, espiritual de los seres humanos. Gracias a esta virtud podemos sobrellevar situaciones difíciles como la pandemia actual, al tener la certeza de que vendrán tiempos mejores y que al final de la tormenta siempre viene la calma.

El Papa Francisco nos invita a “abrazar todas las contrariedades del tiempo presente”. Hagámonos eco de estas sabias palabras y permitamos que esta crisis se convierta en una oportunidad para restaurar la humanidad, desde nuestra restauración personal.

Estamos seguros de que esta experiencia difícil nos fortalecerá y nos acercará más a nuestra familia, nos convertirá en personas más solidarias y tolerantes, nos hará darnos cuenta que no lo podemos todo, que no lo resolvemos todo y que necesitamos siempre de esa protección divina y bondadosa, que sólo puede venir del poder infinito de Dios.