El futuro no se improvisa, lo que se siembra se cosecha
Autor: Elizabeth Matute P. - Secretaría Ejecutiva ILFAM el Lun, 04/04/2022 - 13:49
Asistimos actualmente a una situación sin precedentes, pues a inicios del 2020 la pandemia de Covid-19 alertó a todos los países del mundo y desde mediados de febrero llegó a Latinoamérica. Parecía en un principio una película de ciencia ficción, han pasado los días, los meses, y nos hemos dado cuenta de que no es una amenaza que durará poco, todo lo contrario, ha rebasado los límites que podíamos imaginar, tanto en su dimensión como en el tiempo que debemos convivir con ella.
Indudablemente nos afecta a todos sin distinción, pero no es lo mismo pasarla en una casa espaciosa, que en una habitación donde viven cuatro, cinco o más personas, no será lo mismo pasarla con o sin alimento, y seguramente no será lo mismo pasar acompañados de nuestros seres queridos que pasarlo a solas, sin cariño, sin compañía, posiblemente en medio del recuerdo y la ausencia de familiares que ya no están junto a nosotros.
Es una realidad del todo incierta y la pregunta que ahora nos hacemos es ¿Qué pasará luego de esta crisis sin precedentes? con todo el dolor que esto conlleva, son momentos cruciales para pensar, reflexionar y proyectarnos, porque el futuro no se improvisa y lo que se siembra luego se cosecha. Seguramente, muchas de las situaciones que estamos experimentando a nivel personal y familiar en medio de la pandemia, es fruto de lo que hemos sembrado tiempo atrás (Cortina 2020).
Podremos hacer frente al futuro mientras más fortalecidos estemos moralmente, sobre todo, si aprendemos a afrontar dificultades con valentía y entereza, a ser generosos, compasivos y veraces, pues la adversidad puede ser un medio para sacar de la familia lo mejor. Este aprendizaje es un proceso paulatino que se da a través de los pequeños pero significativos actos cotidianos, en medio de la convivencia familiar, aprendiendo los unos de los otros.
Así, forjémonos en:
- Sabiduría: Posibililta una mirada sensata y prudente; la vida interior junto a la reflexión la favorecen.
- La fortaleza: nos permite afrontar la adversidad y nos sostiene en momentos difíciles, liberándonos de impedimentos (Francisco 2014).
- La esperanza: nos da un nuevo aliento, nos ilusiona, y nos permite poner la mirada por encima de la nuestra.
- El amor: es el acto humano por excelencia porque nos permite ampliar nuestro horizonte: engrandece, potencia, incluye, comprende e ilumina todo esfuerzo y toda circunstancia personal y familiar (Rielo 2012).
Así, seremos más humanos, entre los de casa y con tantas personas que esperan por nosotros.
Bibliografía:
- Cortina, a. (2020, junio). Educar moralmente desde la experiencia del coronavirus. Padres y maestros. Recuperado de https://revistas.comillas.edu/index.php/padresymaestros/article/view/131...
- Francisco (2014). Audiencia general. Roma. (14 de mayo). Recuperado de: http://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents/papa-francesco_20140514_udienza-generale.html
- Rielo, F. (2012). Concepción mística de la antropología. Madrid: Fundación