Puentes y brechas intergeneracionales
Autor: Zoila Isabel Loyola Román - Docente Investigador UPTL el Lun, 04/04/2022 - 11:08
Hemos concebido la brecha generacional como un vacío de consenso en el intercambio de experiencias y saberes entre jóvenes y adultos. Por ejemplo, nuestra infancia o nuestra adolescencia respecto a la de nuestros padres o abuelos. Quizá el propio significado de la palabra “brecha” nos lleva a pensar en grieta, quebradura o algo que separa.
La brecha generacional no es algo imaginario… son verdaderos y profundos cambios de paradigmas; es distancia real entre una y otra generación. Cada generación, por nacer y vivir en distintos momentos históricos, tiene vivencias similares y es esa la razón por la que comparten estas similitudes. ¿Por qué insistir en ver como una amenaza, por ejemplo, el que tengamos en la familia conviviendo a varias generaciones a la vez: padres, hijos y nietos con diferentes perfiles generacionales? Cuando, por el contrario, deberíamos considerarlo como un privilegio, como un estado de cambios y de intercambios entre generaciones.
Aprovechar esta circunstancia de diversas edades, con perfiles diferentes, es una oportunidad que hay que capitalizar. ¡Claro que sí!
Buscarnos entre generaciones para encontrarnos y que nos encuentren tal y como somos, cada quien, con talentos y limitaciones, se constituye en un intercambio generoso, abundante, respetuoso y sin agravios, en el que los adultos transfieren experiencia y raíces que darán la identidad indispensable para que los jóvenes decidan caminos y establezcan metas que les justifiquen el verdadero sentido de la vida. A la vez, los adultos estaremos prestos a recibir estas nuevas generaciones y el nuevo y fabuloso mundo que ellos van creando con su gran visión. Todo esto con un solo objetivo: que provoque sinergias, en donde se capitalice la experiencia, las habilidades, las actitudes y las ideas disruptivas que pueden surgir de cada generación; asumiendo cada una su rol generacional que aporte un resultado de beneficio a todos.
Estamos en el tiempo propicio para que jóvenes y adultos propongamos estrategias de acercamiento, restablezcamos los valores del diálogo fraterno, el placer por la tarea cumplida, la importancia de la palabra dada, el ejemplo, la fe, la esperanza y la donación generosa.
La propuesta es construir puentes, donándose calladamente pero mostrando siempre el camino correcto. Dialogar y sobre todo escuchar, escuchar y escuchar con verdadera tolerancia, con empatía y sin considerarse propietarios de la verdad… Como aquel proverbio bíblico que cita: “El que mucho habla, mucho yerra; el sabio refrena su lengua”... y escucha.