Mujer Actual
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Autor: Elizabeth Matute P. - Secretaría Ejecutiva ILFAM el Lun, 04/04/2022 - 10:57
¿Qué imagen viene a nuestra mente al escuchar mujer actual? ¿Una mujer trabajadora? ¿Investigadora? ¿Aquella que intenta organizar milagrosamente su tiempo para trabajar y cuidar de su hogar? Posiblemente se nos viene la imagen de una mujer siempre joven, polifacética, capaz de organizar su tiempo entre su profesión, hijos y esposo; e incluso dispone de tiempo libre para desarrollar un hobbie que la motiva a sentirse bien consigo misma. En fin, son múltiples actividades atribuidas a la mujer, quien incursiona en diversos ámbitos de la vida cotidiana.
Pero me pregunto ¿Ha cambiado la esencia misma de la mujer? ¿Va cambiando de acuerdo a cada época? Todos somos testigos del talante femenino cuando observamos a una madre, hermana, hija, compañeras de trabajo y amigas capaces de batallas sin tregua, dispuestas a luchar por sus ideales, perseverantes y hasta obstinadas. Quisiera poner de manifiesto dos personalidades femeninas que me han parecido excepcionales, quienes provienen de diferentes lugares geográficos, inspiradas por causas nobles, venciendo batallas desde diferentes ámbitos: el trabajo, el estudio o la oración, impulsadas por un amor que potencia capacidades.
Sensibilidad social y espiritual
La primera de ellas es Dorothy Day. Nació en Nueva York en 1897. El Papa Francisco, ante el congreso estadounidense, la citó entre cuatro ciudadanos de ese país, como ejemplo de conducta ética y espiritual. Desde muy pequeña le llamaba la atención la literatura y se observan en ella rasgos contemplativos. Más adelante, como señala uno de sus biógrafos, desarrolló el don de encontrar la belleza en medio de la desolación urbana. Trabajó como periodista en medios y revistas, desde los cuales levantaba su voz para defender las injusticias y reclamar derechos, por lo que fue apresada en varias ocasiones. Activista y militante de izquierda, luego de su conversión a la fe católica, sin renunciar a sus ideas, creó un diario cristiano y se dedicó a servir a los pobres.
Hubo en su vida acontecimientos importantes que la marcaron de forma especial. Uno de ellos fue un aborto, en medio de una época de su vida agitada y bohemia, luego del cual afirmaría que nunca más renunciaría a un hijo. Efectivamente, más adelante contrajo una unión civil estable, fruto de lo cual tuvo una hija, Teresa. La experiencia maternal constituye un hecho enormemente gratificante, lo cual le llevó a contemplar su vida de una óptica nueva, trascendente. Posteriormente se abrazó a la fe católica, y al conocer y vivir la misma, recibió una misión especial. Considera el bautismo como el mayor bien que puede darle a su hija, aunque esto le significó la pérdida de varios amigos y compañeros y la ruptura de su relación con el padre de su hija, porque él no aceptó esa opción religiosa. Dice Dorothy: “Yo no quería que mi hija se debatiese y tropezara en la vida como a mí me había sucedido tantas veces. Quería creer y quería que mi hija creyese, y si pertenecer a la Iglesia le iba a dar una gracia tan inestimable como la fe en Dios y la amorosa compañía de los santos, entonces lo que había que hacer era bautizarla como católica”.
Estamos frente a una mujer que supo amar y ser amada. Trabajó y entregó su vida con un toque de sensibilidad femenina. Fue alguien sensible con el mundo que la rodeaba y las personas que necesitaban de su ayuda, aunque eso implicara la renuncia a bienes lícitos. Fue, en definitiva, un instrumento de Dios a quien quiso entregar su vida a través de ser la voz de los que no tienen voz. Su sensibilidad social estaba estrechamente unida a su sensibilidad espiritual. Sus principales luchas fueron por la justicia y la paz, vividas antes que nada en su corazón. Y por ellas vivió y murió. Falleció en Nueva York, el 29 de noviembre de 1980, en medio de los pobres, a quienes tanto amaba.
“Todos hemos conocido la larga soledad y todos hemos aprendido que la única solución es el amor, y que el amor llega con la comunidad”, porque así “nuestra fe es más fuerte que la muerte, nuestra filosofía es más firme que la carne, y la propagación del Reino de Dios sobre la tierra es más sublime y más convincente” (Dorothy Day).
De la filosofía a una teología de la mujer
Edith Stein es el segundo personaje. De familia judía, nacida en 1891 en Breslau, una mujer que a lo largo de su vida tenía un estado de atención, de escucha científica, de búsqueda de verdad, incluso durante su período de falta de fe. A pesar de las limitaciones que en aquella época suponía para la mujer, estudió dos disciplinas universitarias. Se dedicó durante largos años a profundizar en filosofía, vinculándose con pensadores como Husserl, Max Scheler, Martin Heidegger, Adolf Reinach, esforzándose siempre al máximo en el estudio riguroso y sin perder de vista la inquietud por buscar la verdad. Pasó por una continua evolución intelectual y espiritual, hasta llegar a una verdadera conversión a la fe católica en 1921, por medio de la lectura de la vida de Santa Teresa de Ávila, encontrando en la fe la explicación y fundamento de su ser personal.
Desarrolló una teología de la mujer y un análisis de la filosofía de Santo Tomás de Aquino. Encontramos en Edith una mujer incansable. Convertida a la fe católica decide ingresar al Carmelo, bajo el nombre de hermana Teresa Benedicta de la Cruz y muere en el año de 1942 en el campo de Auschwitz, en la cámara de gas. A continuación comparto un párrafo de la homilía de S.S. Juan Pablo II, en la Misa de canonización de esta gran mujer, en el año 1998:
“Santa Teresa Benedicta de la Cruz llegó a comprender que el amor de Cristo y la libertad del hombre se entrecruzan, porque el amor y la verdad tienen una relación intrínseca. La búsqueda de la libertad y su traducción al amor no le parecieron opuestas; al contrario, comprendió que guardaban una relación directa”.
La invitación está hecha. Reconocer la valía de la persona humana, como lo han hecho estas dos mujeres –y como tantas que de forma anónima encontramos a cada paso si agudizamos nuestra mirada–, poniendo de manifiesto su talante femenino, es el reto de la mujer de ayer y de siempre.
Referencias:
- Criterio digital. Recuperado de: http://www.revistacriterio.com.ar/
- De Angelis & Zordan (2006). Antropología. Editorial de la Universidad Técnica Particular de Loja.
- Miras, J., & Bañares, J. I. (2006). Matrimonio y familia. Ediciones Rialp.
- Stein, E. (2006). La mujer, su papel según su naturaleza y la gracia. Ediciones Palabra.