Amor fecundo en el matrimonio

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Autor: Miury Placencia - Equipo ILFAM el Lun, 04/04/2022 - 10:49

Cuando hablamos del amor fecundo en el matrimonio, nos referimos al verdadero amor que conduce o debe conducir a los esposos en la convivencia diaria… al amor que permite compartir toda una vida con una persona desconocida hasta entonces y que requiere de la vivencia de virtudes que brotan de un amor profundo: generosidad, perdón, alegría, sinceridad, lealtad, fidelidad, entre muchas otras; todas ellas maravillosamente ilustradas en el “himno al amor” (1 Cor. 13, 4-7). Este amor, fundado en un sí verdadero y continuo, es capaz de ser paciente, mostrar comprensión, no tener celos, no aparentar, no actuar con bajeza ni buscar su propio interés. Este amor fiel y fecundo, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo; no se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad; perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.

El papa Francisco, a través de la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia” (capítulo IV), hace referencia en claves de practicidad a este amor profundo, recordando aquel llamado vocacional de hombre y mujer, sellado con un pacto de amor eterno. Exhorta, al mismo tiempo, a llevar a la práctica en la vida cotidiana todas aquellas palabras, sin olvidar que los esposos cuentan para ello con su modalidad complementaria y su fragilidad humana bendecida por el Creador; entonces ésta unión se verá fortalecida con un amor que es capaz de vencer todos los obstáculos que a diario surgen en la vida común. Solo en ese momento serán capaces de trascender sus deseos y sentimientos por la inmensa gracia recibida a través del sacramento del Matrimonio.

Ese amor que una vez que encuentra a la persona amada, la quiere y la acepta tal como es, aunque no responda a sus sueños y a sus esperanzas. El hecho de haberla encontrado le alegra y le da esperanza a su vida, mucho más que sus sueños. Este amor que muestra desde la finitud de nuestras vidas la infinitud a la que podemos aspirar, sin duda se ve reflejado en el concepto del sacramento del matrimonio que identifica sus rasgos y carácter indeleble, imborrable:

El matrimonio es un signo precioso, porque cuando un hombre y una mujer celebran el sacramento del matrimonio, Dios, por decirlo así, se “refleja” en ellos, imprime en ellos los propios rasgos y el carácter indeleble de su amor. El matrimonio es la imagen del amor de Dios por nosotros. También Dios, en efecto, es comunión: las tres Personas del Padre, Hijo y Espíritu Santo viven desde siempre y para siempre en unidad perfecta. (A.L, 2016, ap.121)

En conclusión, se requiere el reconocimiento del matrimonio como un regalo de amor entre dos personas, un punto de partida de una vida común que se construye cada día, un acto permanente de confianza mutua, un apoyarse en el camino de la vida y una sintonía que necesita tiempo, constancia y fidelidad para realizarse.