Melchor, Gaspar y yo mismo, Baltasar, les deseamos un feliz año 2018. Hace ya varios años, nosotros vimos una estrella en el firmamento y supimos en nuestro corazón que era la señal del nacimiento del Salvador del mundo. Todos los hombres recibimos, en el mismo momento de ser concebidos, el regalo de nuestro Padre Celestial que consiste en las virtudes fundamentales de la creencia, la expectativa y el amor. Por ellas teníamos el anhelo de la venida del Mesías y por ellas comprendimos que esa estrella era el anuncio de su entrada en la historia humana. El Dios invisible se hacía visible en ese niño que acababa de nacer de una virgen en Belén. Le llevamos de regalo: oro, incienso y mirra, como reconocimiento de su realeza, divinidad y naturaleza humana.

Hoy, seguimos trayendo regalos para todos los hombres; el principal de todos es el anuncio de la gracia santificante, en esa imagen de la estrella que guía nuestros pasos por este mundo. Con el nacimiento de Jesús se nos han abierto de par en par las puertas del cielo. La gracia santificante, que nos llega a través del bautismo por los méritos de Cristo, eleva al orden sobrenatural o santificante las que son generales o deificadas, convirtiéndolas en fe, esperanza y caridad.

Nuestro destino es unirnos a nuestro Dios para la eternidad. Ahí se encuentra la clave de nuestra felicidad en este mundo y nuestra dicha eterna. Nuestro mensaje para todos los hombres de buena voluntad es que abriendo nuestro espíritu a la acción de la gracia, sepamos ver en nuestro propio corazón esa estrella que siempre está presente en nuestras vidas, y que tengamos el coraje de seguirla, para que ella nos guíe a los pies de ese Dios, cuyo amor es de tal magnitud que se hizo uno de nosotros para que nosotros nos pudiéramos hacer dioses, como nos ha dicho San Agustín.

Paz y felicidad para todos los hombres de buena voluntad. ¡Feliz año 2018!