La familia es la institución primera y más importante de la humanidad, es la primera escuela de amor y tanto el hombre como mujer están llamados a vivir en comunidad en ella. Equilibrar el trabajo y la familia, el ámbito laboral y el doméstico, es lucha diaria de toda persona que debe solventar las demandas familiares y económicas, muchas veces confrontadas.

Actualmente, hombres y mujeres se plantean una carrera profesional compatible con las exigencias de la vida familiar, muchas veces presionados por necesidades económicas. De ahí que surjan conflictos y dilemas cuando se busca conciliar las demandas de una profesión con las necesidades de una familia. En muchos casos, las presiones pueden llevar al agotamiento físico, estrés laboral o aproximarse peligrosamente a éste y por ello con insistencia se reflexiona en cuestiones cómo:

¿Cómo conciliar trabajo y familia? ¿Cuánto tiempo le damos al trabajo? , ¿Cuánto tiempo le damos a la familia? , ¿Cuánto debo trabajar? y ¿Cuánto debo estar en casa ? .

Responder a cada una de estas preguntas es realmente el nuevo reto, la mujer y el hombre tienen mucho que aportar y las empresas, la sociedad y los nuevos marcos legales deben generar las estructuras necesarias para conciliar estas dos realidades a fin de que se pueda solventar de mejor manera y los hijos no sufran las consecuencias negativas del abandono.

No hay una única respuesta, pero sí hay un principio aplicable a todos nosotros, el principio del tanto- cuanto: tanto cuanto lo necesite mi familia en ese momento específico. Darle a cada uno lo suyo teniendo como prioridad a la familia. Trabajamos para la familia, no al revés.

Finalmente, es importante considerar que “la familia es para siempre”, las demás actividades laborales, puestos de trabajo, prestigio profesional, cargos, son temporales. Que lo temporal no nos haga perder lo que realmente es fundamental y valioso en nuestra vida: nuestra misión de ser padres.