Amor, valor y respeto para los abuelos.
Autor: P. Saturnino García - Capellán UTPL CRQ. el Lun, 04/04/2022 - 10:32
No hace todavía mucho tiempo en que los ancianos eran para la sociedad punto de referencia. Se valoraba la experiencia de vida y la madurez afectiva y de juicio que se adquiría por la edad. Así en las sociedades “primitivas” los ancianos eran los consejeros y los guías de la comunidad.
Hoy hemos entrado en una cultura social en la que se valora sobre todo la productividad y la inmediatez, en donde la técnica y la ciencia están por delante de cualquier otra consideración. A menudo los ancianos se consideran pasados de moda, con costumbres y formas de vida obsoletos, siendo una carga más que fuente de sabiduría humana y social. El Papa Francisco nos recuerda “...un pueblo que no custodia a los abuelos, un pueblo que no respeta a los abuelos, no tiene futuro, porque no tiene memoria, ha perdido la memoria...” Noviembre 2013-Homilia Santa Martha.
Por otro lado podemos evidenciar que los abuelos son un aporte importante y su papel es imprescindible a la hora de cuidar a los nietos, mientras los padres debido a su circunstancia laboral no pueden asumirlo en su totalidad. Adicionalmente constituyen un punto de apoyo económico frente al desempleo que afecta a tantos hombres y mujeres. Es preciso que no nos quedemos en una vision utilitarista sino más bien que valoremos en su justo término el aporte que los abuelos y abuelas hacen a la unidad familiar.
Es fundamental que recuperemos el sentimiento de amor y respeto hacia nuestros mayores, no viéndoles como una carga que hay que soportar, sino como un valor fundamental del esquema familiar. Una sociedad que se olvida de sus mayores, es una sociedad abocada a repetir los errores del pasado. Si olvidamos que el amor es el motor de toda relación sana y que no se puede amar parcialmente, sino que se debe de extender a todos los elementos de nuestras relaciones, estaremos construyendo una sociedad sin futuro en la que predominará el egoísmo personal sobre todas las cosas, siendo esta una fuente de toda ruptura personal, familiar y social. La convivencia generacional es una riqueza en sí misma, lo que nuestros mayores pueden aportar a la familia y por extensión a la sociedad es invaluable, su experiencia de la vida, la memoria histórica familiar, lo que comporta vivir juntos en todos los estadios de la vida. Todo esto enriquece nuestra psicología y ayuda a los más pequeños a formarse rectamente como personas, creadas para relacionarse las unas con las otras, buscando un mutuo enriquecimiento en base a la convivencia fraterna. Cuidemos pues a nuestros abuelos y abuelas con todo el cariño que ellos se merecen.