Recursos Digitales / Familia y Tecnología

Tecnologías y normas de convivencia en la familia

¿Qué ganamos y qué perdemos con el uso desmedido de la tecnología?

Como un hecho natural de crecimiento, desarrollo y adaptación al medio, el hombre ha visto a la tecnología como el soporte complementario para su expansión, depositando gran parte de su esperanza de vida en ella. Este comportamiento no es de ahora sino que viene desde inicios del siglo XVIII cuando se inventó la máquina de vapor, aparato tecnológico que reemplazó a las fuerzas naturales. De esa época a la actualidad el desarrollo de inventos tecnológicos ha sido exponencial, así como exponencial ha sido su influencia en nuestra vida.

Pero como decía Beaumarchais: “sin libertad de denuncia no hay elogio halagador”. Veamos cómo la tecnología, más allá de las bondades ofrecidas, también tiene fisuras que, sin ser muy notorias, van cambiando poco a poco los hábitos y el comportamiento de las personas. Pensemos por ejemplo en la nevera. Cuando llegó a los hogares cambió las rutinas de las personas, el almacenamiento de comida dio tiempo para que el hombre y la mujer puedan dedicarse a otras actividades, como quedarse más tiempo en casa. En fin, sería interminable la lista de artefactos e inventos tecnológicos ligados a nuestras vidas. Pero, sin duda, el impacto más contundente ha sido el de Internet y todo el aparataje informático de pantallas y dispositivos personales.

Como nunca antes, el mundo cambió sus rutinas. El ingreso de la comunicación móvil y el toque mercantilista de señalar que ahora somos “prosumidores”, es decir, productores y consumidores de información, llevó a la sociedad a edificar nuevos comportamientos donde lo individual y lo hedonista desterraron al hombre social y comunitario. En esas circunstancias, la familia también vivió una ruptura de su núcleo: cada miembro del hogar solitariamente se enrumbó en la búsqueda de su “propio universo”, y guiado por una pantalla y una conexión digital partió a un ciberespacio desconocido. Con su ida emocional, el hogar quedó vacío de comunicación. En las reuniones de mesa se siente una presencia fría y apática de cada miembro, cada uno explorando lo suyo, cual extraños que habitan un mismo espacio.

Pero la tecnología actual no solo logró captar la atención en cuanto al instrumento, es decir, al aparato –pantallas-. Lo más contundente ha sido el contenido, el cual se ha convertido en la nueva “golosina audiovisual” de la gente. Contenido que sin regulaciones ni supervisión es contraproducente para todos, principalmente para los más jóvenes.

La mentablemente dimos demasiada acogida a la tecnología en el hogar. No controlamos hasta dónde debía tener incidencia. Nos faltó educación. Qué diferente habría sido si desde el inicio hubiéramos marcado un rumbo diferente. Ahora que conocemos la otra cara, es momento de ponernos en acción, determinando de forma sesuda que la tecnología es necesaria para nuestra vida, sopesando los pros y contras. Aún estamos a tiempo de ubicar a la tecnología en un plano de apoyo para restablecer las buenas relaciones familiares. Si la utilizamos bajo control, no existe la menor duda que se convertirá en un elemento integrador de altísimo valor. Para lograrlo debemos empezar los adultos dando el ejemplo, enseñando a los más pequeños que la tecnología es un complemento de las relaciones humanas. Nada más.

Autor:Hernán Yaguana Romero