Mis hijos en vacaciones y yo… trabajando

Autor: Diana Díaz Alferez - Docente Invitado ILFAM - UTPL el Mar, 25/07/2023 - 09:10

Días antes del inicio de las vacaciones de mis hijos, debo confesar que me inundó cierta intranquilidad al imaginarlos en casa, por dos meses, con lo que esto implica: coordinar logística de cuidados, pensar respuestas creativas al “mamá estoy aburrido” y velar porque no se abuse de las pantallas y se juegue más offline que online. Todo mientras los adultos seguimos con nuestras rutinas laborales.

El evidente contraste que hay entre el tiempo libre de nuestros hijos y el nuestro —en especial durante las vacaciones escolares— me movilizó a recordar el valor del tiempo, ese tiempo que se nos va como arena entre las manos y no hay forma de recuperarlo. Cada minuto que pasa es un minuto que se nos va de vida; al ser este el escenario, la pregunta sobre cómo aprovecharlo nos exige pensar una buena respuesta.

Durante el año escolar, nuestros días se parecen mucho entre sí, los deberes rutinarios ocupan nuestro tiempo: despertar, alistar y llevar a los chicos al cole, salir a las apuradas, correr al trabajo… buscar a los chicos, deberes escolares, preparase para la hora de dormir… uno y otro, y otro día.

Llegan entonces las vacaciones escolares y con ellas el dilema que planteaba al inicio de este escrito: nuestros hijos con vacaciones y la mayoría de nosotros sin ellas. No tener un recurso que ellos sí tienen, ha sido motivo para pensar en nuestras limitaciones de tiempo y valorar, aún más, ese poco tiempo libre que sí tenemos: ¿cómo aprovecharlo al máximo?

Serán las últimas vacaciones en que nuestros hijos tendrán de la edad que ahora tienen. ¡A ellos también les pasa el tiempo! Hoy los tenemos en casa, pero, más pronto de lo que pensamos, estarán en la universidad, estarán caminando su propio camino y nosotros estaremos extrañando contar con su tiempo libre, con sus vacaciones escolares, para compartir un poco más.

A ti, que te estás tomando el tiempo de leerme a través de esta nota (gracias por ello), te invito ahora a detenerte a pensar qué cambiarías de lo que has venido haciendo en estas vacaciones de tus hijos para hacer valer, aún más, el tiempo con ellos.

Te dejo algunas ideas 💡

  • Desempolvar los juegos de mesa y pensar en sumar algunos nuevos. Invita a tus chicos a elegir el juego, empieza una partida, sin celulares cerca, pon música de fondo, que sean de esos momentos que a futuro recordemos con gusto, con alegría, que nuestros chicos cuando sean adultos digan “¿recuerdan nuestras tardes y noches de juegos de mesa?”
  • Las noches de pelis nunca fallan, pero que no sea ellos viendo pelis y nosotros haciendo lo nuestro, no. Ver algún clásico que sabes que les va a divertir a todos o programarse para ver una peli que les entusiasme a todos. Según la edad de tus chicos, hazlos co-organizadores: que hagan el canguil, algo para picar mientras ven la peli. Regla de oro: ver la peli es ver la peli, no ver el cel o distraerse con otra cosa. Las conversaciones que se generan, a partir de la peli, también nos acercan.
  • Nuevos temas en la sobremesa. En la noche, no tener presión por la hora de dormir nos regala más tiempo para compartir: un ejercicio divertido puede ser escribir preguntas en papelitos, dejarlas en una cajita y en las sobremesas saquen una por una, al azar. Son válidas todo tipo de preguntas, desde cuál es tu canción favorita, el juguete que más te gusta (o gustaba cuando eras niño), el momento que más miedo has sentido, el momento más alegre, sueños que tengas, personas que admiras, las mejores vacaciones de tu vida, lo que más te gusta de algún miembro de la familia, el defecto que quisieras cambiar, el programa de tv que más disfrutas, la comida que podrías comer todos los días sin cansarte, el mejor día de tu vida… en fin, preguntas fáciles, triviales, divertidas, otras más profundas que nos ayuden a conectar, a aprender más de nuestros hijos y de nuestra pareja. En la consultoría familiar que realizo, es frecuente escuchar que faltan temas de conversación de padres con hijos y entre esposos. Con este juego, los temas no faltarán.
  • 5 minutos más para demostrar nuestro cariño: no tener carreras por la rutina escolar nos da algunos minutos extra que podemos aprovechar para despedirnos con mucho cariño antes de irnos al trabajo o para hacer especial el momento en que nos reencontramos cuando volvemos a casa. Si no sueles decirle a tus hijos que los amas, explícitamente, con palabras, empieza a decirlo al despedirte, mirándolos a los ojos, sin apuros. Si ya se los dices, suma un abrazo, un beso y más cosas bonitas: “doy gracias a Dios por tu vida”, “eres uno de los mejores regalos” (se vale ser creativos). Si no se han despertado cuando te vas, déjales una nota en su mesa de noche. La clave es sacar unos minutos para recordar a nuestros hijos que son amados y aceptados. Ellos necesitan muestras explícitas de cariño, tanto niños como adolescentes. En vacaciones, regalémonos y regalémosles más minutos llenos de muestras de cariño.

Que el tiempo que estemos en familia, en estas vacaciones, esté lleno de detalles significativos. Que las vacaciones no se llenen de otras rutinas cargadas de actividades que resultan en un peso extra y nos desconectan. Posterguemos lo postergable —compromisos que esperan al regreso a clases — y permitámonos disponer y disfrutar del tiempo con nuestros hijos. Calidad sin cantidad no es calidad del todo. Propiciemos actividades con el propósito concreto de reunirnos, conectarnos, sea en casa o en un crucero. Cada minuto compartido será la mejor inversión.